domingo, 5 de septiembre de 2010

Despedida II

Siento un duelo interno en cada despedida.
Luego se precipita un estado de reconstrucción,
de rearmado obligado,
de reubicación de las piezas, cada una en su sitio,
de reconquista de esos espacios que se diluyen,
con mi mano estirada,
mientras te ven alejarse y delinear la silueta en la que te conviertes
mientras caminas, yéndote
a ese lugar donde ya no te alcanzo,
donde mis ojos se clavan para intentar hacerte perdurar
al menos en mi retina.
Duelo interno,
de aquello esperado, imaginado, sentido
y atravesado
en forma tan breve y fugaz,
escapándose como arena entre los dedos,
como un diente de león que dejamos volar
conteniendo ese deseo de que volverá.
De que volverás.

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